Por. Cesar Augusto Meza Andamayo (*)

El Senado madriguera de reeleccionistas, es el título de una interesante publicación realizada en una columna por Herbert Mujica, donde hace evidente la preocupación legítima sobre el intento de reabrir la discusión en torno al retorno del Senado en el Perú. Recuerda que, en el referéndum nacional de 2018, más de 13 millones de ciudadanos rechazaron tanto la reelección parlamentaria como la reinstauración de la Cámara Alta. Ese resultado, que representó un claro mandato popular, parece haber sido olvidado por algunos sectores del Congreso que hoy buscan imponer nuevamente una estructura bicameral, en aparente contradicción con la voluntad del pueblo.

El autor advierte que la iniciativa no responde a una necesidad institucional, sino a la búsqueda de refugio político por parte de congresistas interesados en perpetuar su presencia en el poder. La propuesta del Senado sostiene, encubre una estrategia de continuidad bajo el disfraz de “mejorar la calidad legislativa”. En lugar de un órgano de revisión, podría convertirse en un espacio destinado a blindar intereses particulares y mantener la influencia de los mismos actores que han debilitado la confianza ciudadana en el sistema político.

Además, manifiesta al distanciamiento creciente entre la clase política y la ciudadanía, evidenciado por la falta de autocrítica institucional. El Congreso, en vez de fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas o la transparencia, prioriza debates que giran en torno a su propia supervivencia. En ese contexto, el eventual regreso del Senado no representa un avance democrático, sino una vuelta al pasado, donde el poder se recicla y la voluntad popular se diluye entre tecnicismos legales y discursos de conveniencia.

El debate sobre el bicameralismo debería centrarse, en cambio, en la legitimidad y la eficiencia de la representación política. Reinstaurar una segunda cámara sin una reforma profunda del sistema electoral y sin límites claros a la reelección sería perpetuar los mismos errores que llevaron al colapso de la confianza en las instituciones. No se trata de cuántas cámaras necesita el país, sino de si quienes legislan lo hacen con vocación de servicio o con ambición de permanencia.

Desde una perspectiva académica, el análisis de Mujica invita a reflexionar sobre la tensión estructural entre representatividad democrática y reproducción del poder. La creación de un Senado solo tendría sentido si respondiera a una reforma integral que eleve la calidad del debate político y fortalezca los contrapesos institucionales. De lo contrario, sería la confirmación de un patrón histórico en el que las élites políticas reconfiguran las reglas para perpetuarse. En suma, más que volver al Senado, el Perú necesita volver a los principios de una democracia que escuche, respete y actúe conforme a la voluntad de su pueblo.

FPP. Registro. 6493

CLAD-RUC- 3807