Todavía no concluye el alboroto de la noticia del leve jalón de cabellos a Dina Boluarte a manos de una madre que perdió a su hijo de quince años que salía de trabajar limpiando nichos en Ayacucho y se cruzó con las fuerzas del orden disparando a matar. También está el reclamo airado de una viuda que perdió al esposo y a sus gemelos en gestación por donar sangre en exceso al tratar de salvar la vida del marido. Congresistas, “personalidades”, la clase política que se sirve de este gobierno se escandaliza, se solidariza con Dina, ruedan cabezas, parlamentarios que dicen ser los representantes del pueblo critican al ministro del Interior. Todo por un jalón de pelos a manos de dos mujeres de luto. La crisis política desató esta tragedia sin justicia, pero nuestro juicio se centra en los actores secundarios, mientras los dos males causantes, el crónico, el fujimorismo, y el súbito, el castillismo, siguen en la puja sin asumir sus responsabilidades. Dos males opuestos que coinciden en el desastre presente.

Por Yonel Rosales

No justifico la violencia, con lo sucedido a la presidenta, pero apelo a la proporcionalidad, de poner en la balanza justa, el jalón y las muertes a balazos. ¿Si manosear los pelos de Dina desata esta batahola, cuál debió ser la reacción a los asesinados en Ayacucho, Puno, Apurímac?, considerando que nuestras leyes no contemplan la pena de muerte por protestar o el vandalismo.

Solo cuando este gobierno haya concluido o caído, como pasó con Castillo, les caerá la justicia, pero esta justicia se moverá al ritmo del contexto político, moviendo las carpetas fiscales de acuerdo a la predominancia del sector político. Si el pueblo, que dice tener la voz de Dios, vuelve a elegir políticos tan nefastos como del fujimorismo, el castillismo o el acuñismo, seguiremos en el mismo retroceso y abuso.

Retroceso y abuso al que nos entregó Pedro Castillo. Porque fue él quien le dejó la mesa servida a esta derecha al pretender dar un golpe de estado tan improvisado como casi todos sus actos. Lo remarco, porque todavía hay un sector que cree que Castillo es una pobre víctima, no admite que Castillo resultó un fracaso, el fracaso de una justa ilusión. Ni la gente que llevó, gracias a la fama de Castillo están en el congreso, dan la talla, pues los ultras de Cerrón como los profesores del bloque magisterial le hacen la corte a esta derecha. En descarada alianza, les sirven y se sirven.

Confieso que tontamente creía, cuando Castillo todavía era presidente, la vicepresidenta Dina sería una mejor alternativa que el titular, me equivoqué. Esta señora que blandía discursos subidos de tono como de todo ultra, resultó la más atenta servidora de la derecha que denostaba. Y esta señora, está ahí porque Castillo la trajo consigo.

Y claro, esta señora está ahí porque Keiko Fujimori, el acuñismo, el porkismo o cerdismo, en suma la clase política gansteril, mercantilista, la sostiene. Ya sabemos lo que es el fujimorismo, pero hay gente que vota por ellos, de ese respaldo ese número de congresistas. No hace falta repetir lo que es el fujimorismo. Hace falta abrir los ojos en el otro sector, Castillo defraudó, no dio la talla, ni él ni su grupo político, sino hoy tendríamos una oposición fuerte contra esta democracia que ya no es democracia.

Si en la próxima elección no encontramos cura para estos dos males, el crónico que es el fujimorismo o el súbito del castillismo, estaremos condenados a la injusticia, al retroceso en pos de los intereses mafiosos, mercantilistas a costa del país.