Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. en filosofía Y CCSS

La esperanza de toda sociedad es la juventud, pero no esa mocedad cuya rutina es asistir a mover su cuerpo en escenarios fetichistas o esa juventud que se apega al televisor para aumentar el rating de la “programación basura” o esa juventud que solo interactúa en las redes sociales en vanidades. La esperanza está en esa juventud que planifica, acciona y publica sus revoluciones.

Decía el filósofo José Ingenieros que “la juventud sin rebeldía es servidumbre precoz”, las rebeldías tienen su tiempo, su agenda, su lógica y su lugar. Cuando éramos subyugados por la monarquía, la rebeldía de la juventud se expresó en actos de motín y levantamiento contra la explotación inmisericorde. Cuando éramos sometidos al imperialismo fabril la juventud tuvo su lógica de exigir y luchar por los derechos laborales.

La juventud debe ser rebelde en el tiempo donde vive. La realidad exige luchar contra mucho y hay pocos que se atreven, la juventud rutinaria, prefiere estudiar, terminar su carrera, sacar su título, encontrar empleo y listo. Pero la juventud paradigmática aparte de todo ello, se preocupa por su prójimo, siente la necesidad de mudar su entorno, de impulsar los cambios que requiere la sociedad.

La juventud transforma a su sociedad para el bienestar de la mayoría, busca el progreso colectivo, ensalza las acciones positivas y denigra las inmorales, la juventud no es aquella que no tiene causa ni senda donde proseguir, sino mira el horizonte y donde los demás ven lobreguez y opacidad, la juventud ve sucesos sumado de glorias.

La juventud despierta a los viejos, mueve a los lentos, aviva a los quedos, estimula a los inconformes, desliza la llama de la vocación dormida y levanta el ánimo donde el pesimismo ha puesto su bandera.

La juventud es de ideas creativas y acciones atrevidas, ningún viejo pone su estaca en lugares prohibidos, la juventud si, ningún tullido mental remonta los retos, solo la juventud. Por eso joven no te contagies de los mancos, los ciegos de fe y espíritu, esos son procaces, conformistas y desdeñosos.

Por eso joven no debe infectarse del barro del pesimismo vejestorio, ni de la desmoralización de los adultos, peor del racionalismo de los encartados por la experiencia. Óbvialos, y si insisten, apártalos de ti. Has oído sordo a sus sugerencias, los viejos, tuvieron su tiempo, ahora es de ustedes.

Joven, no pierdas tiempo en simplicidades baratas, en actos superfluos, en acciones vagas, en causate a tomar el atrevimiento como reto, a la perfección como meta y al ideal olvidado como bastión. Reforma tu sociedad, tu eres la esperanza, son lo puro e inmaculado, depende de ti si pasas a ser resto y mayoría o marcas tu existencia de algo diferente, iconoclasta y referente.

Feliz día de la juventud, del estudiante y gocen de la primavera de la vida.