Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. En filosofía y CCSS

El español oficial Antonio Alvares de Arenales y el ejército libertador que comandaba compuesto por 1,138 hombres (1) entre argentinos y chilenos salieron desde Tarma hacia Junín el 02 de diciembre. El 04 de diciembre el ejército libertador llegó a Ninacaca y ya los estragos del frío y la altura hicieron renunciar a varios soldados. Para bien del ejército se sumaron 500 más de tropa todos ellos hombres de diversas comunidades campesinas venidos desde Ondores hasta Yanahuanca y los rebeldes de Huánuco.

El 05 de diciembre llegan a Villa de Pasco, este lugar ya se había revelado ante el virreinato en 1780 y 1811 liderados por el sacerdote Mariano Aspiazu (2). El líder de la independencia peruana general José Francisco de San Martín y Matorras​ ​ para estas alturas del proceso había estratégicamente organizado un servicio de inteligencia conformado por comerciantes y promotores ideológicos de la independencia, entre todos destacamos a María Valdizan (3) quien coordina la logística y les daba a conocer el escenario político, militar y económico de estas tierras.

Es por eso que Arenales tenía conocimiento de la zona y la referencia necesaria para tomar decisiones en pos de alcanzar una victoria en estas zonas y más aún en la “Ciudad real de minas” que tenía mucha curiosidad por conocer.

Arenales y sus oficiales fueron a explorar el campo de la probable batalla a librarse el 06 de diciembre, ni bien llegaron a la cumbre del cerro de Uliachin vieron la famosa tierra denominada Yauricocha y tildada por el Rey de España como “Ciudad real de minas”, según cuenta el cronista y soldado libertador Segundo Roca no era más que un miserable pueblo de indios (4).

El 06 de diciembre desde las 6 de la mañana el ejército acantonado y en plena nevada y tormenta 280 hombres de caballería se posicionaron del cerro Uliachin y otro tanto por Montecarlo. Se instalaron piezas de artillería apuntando al centro entre ambas lagunas de Patarcocha.

Mientras el ejército realista se había acantonado entre las lagunas de Patarcocha y por la zona del pantano de La Esperanza (5). A las 10 de la mañana se rompió la espera y comenzaron los movimientos de la tropa de ambos ejércitos. Para esa hora más de 500 indios se habían posicionado de todos los lados altos del cerro Uliachin, sin consigna clara pero dispuestos a dar la vida por el triunfo.

El primer choque se desarrolló por donde es la calle “Alfonso Rivera” allí se dio por avasallante el ejército libertador que ya tenía varias batallas en su haber, desde Argentina, Chile y ahora el Perú, los soldados de la independencia tenían la expertise para vencer al ejército español que no había librado combates permanentes durante esos años.

Por el barrio de Huamachuco se había concentrado la unidad de tropa de la “Concordia mineral” (6) ejército conformados en su mayoría por cerreños que no querían la independencia, fueron derrotados rápidamente.

La artillería española se ubicó encima del barrio que hoy se llama “Cesar Córdova Sinche” desde allí disparaban cañonazos contra el ejército libertador que bajaba con tropa y caballo, destrozó piernas, mató a muchos soldados de la independencia, pero una vez ubicada la zona, la caballería del ejército libertador la tomó y así fue ya casi firme la derrota del ejército opresor.

Fueron 45 minutos de enfrentamientos y violentas luchas entre soldados de ambos bandos, imponiéndose al final los soldados de la libertad.  La caballería y tropa de reserva del ejército libertador decidieron entrar en acción ya no por Uliachin sino por la zona de acceso a la ciudad, alturas del inicio de la calle Lima, cuando vieron esto el ejército español que estaba en el pantano de La esperanza huyeron hacia Paragsha, comenzó la persecución y este ejército derrotado se desbando y se fueron hacia Yanahuanca, pero fueron alcanzados por la caballería del ejército libertador.

La batalla de Pasco fue exitosa y el inicio de acciones militares de triunfo fue aleccionador para la independencia.

El día 07 de diciembre de 1820 a las 10 de la mañana la plaza Chaupimarca se vestía de gala y ensueño para recibir a los bravos soldados que habían luchado un día antes en la batalla de Pasco; en el centro de la plaza se erigía un palco bien adornado que fueron ocupados por el general Español Antonio Álvarez de arenales, don Ramón de Arias juez mayor y alcalde, don Francisco Quiroz gobernador y notable político del país.

También don Manuel de Arias, delegado minero, y el ex Márquez de la confianza Joseph maíz y Malpartida acompañaban delante del estrado de honor, los victoriosos soldados venidos de argentina, chile, y del país a los soldados campesinos y los valientes huanuqueños que habían sido parte de la revolución de Crespo y Castillo. Cuando ya todos estaban completos el cura de la iglesia San Miguel Arcángel de Chaupimarca el respetable párroco Manuel Sáenz realizó la misa y pidió la bendición para todos los presentes, y realizó una elucubración para todos los que fallecieron en batalla el día anterior 06 de diciembre

“Después de la misa pública, salió al frente el general Antonio Álvarez de arenales e invitó al notable cerreño don Manuel de arias, alcalde mayor a              que  jurara la independencia  de nuestra ciudad, el alcalde , tomó en la mano derecha la bandera nacional y en la izquierda el crucifijo de plata, miro a todos los rincones de la plaza y con voz emocionada, cortante grito las siguientes palabras: ¡Cerreños: Juráis por Dios y la señal de la Santa Cruz, l ser independientes de la Corona y el Gobierno del Rey de España y ser fieles a la patria..?!” (7)

10 mil voces al unísono, con emoción, lágrimas y mucha alegría dijeron ¡si juro! Y luego se oyeron los disparos haciendo hito este momento histórico, lo que ocurría era indescriptible, la emoción se apoderó de todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos se abrazaban, lloraban de alegría, otros cantaban, daban vivas a la nueva tierra libertad, fue excepcional, era aproximadamente las 12 del mediodía el sol y la lluvia eran majestuosos en el Cerro de Pasco, en el cerro de esperanzas que hasta hoy nos sostiene.