Los actos de juramentación de brigadieres y  entidades estudiantiles en las Instituciones Educativas de Cerro de Pasco – como es el caso de la Institución Educativa N° 31 “Nuestra Señora del Carmen” – motiva este comentario,  ya que en estos eventos  se toca un tema recurrente: el de la disciplina.

Entendemos por disciplina escolar, el cumplimento de las obligaciones del estudiante. Estas se dan en dos direcciones: obligaciones de rendimiento académico y de comportamiento. Educar en disciplina es tarea esencial en primer lugar de la familia, luego del maestro y él debe comprender que es  tan importante como enseñar ciencias o letras.

La disciplina no solo contribuye a formar buenos estudiantes, también nos permite tener buenas personas. Quien cumple con sus deberes en la Institución Educativa, va a cumplir con sus obligaciones ciudadanas, a respetar las leyes y normas de convivencia social.

Cumplir su misión de educar con disciplina es actualmente para el maestro una misión casi imposible, por falta de apoyo de los padres al esfuerzo educativo del maestro y los dispositivos legales implementados los últimos años, que limitan la aplicación de medidas correctivas.

Muchos padres cada vez se interesan menos por el rendimiento académico y comportamiento de sus hijos. No asisten a las reuniones y están desinformados de lo que ocurre en el escenario educativo. Quienes no educan en disciplina a sus hijos son generalmente los que se quejan de la disciplina que imponen los maestros.

Si bien la Ley Nº 28044 Ley General de Educación prescribe que la educación como derecho fundamental de la persona y la sociedad es garantizada por el Estado, en el marco de la Constitución Política del Perú y la Ley. Se viabiliza a través de la formación integral de calidad para todos y mediante la universalización y obligatoriedad de la Educación Básica. La familia y la sociedad en su conjunto participan y contribuyen a su mejoramiento.

Frente a la indisciplina del estudiante, el maestro no se atreve a adoptar ninguna medida correctiva, porque teme violentar los derechos del niño, la niña y adolescente, y exponerse a sanciones. Si regaña al estudiante en clase, lesiona su dignidad; si lo expulsa del aula, le priva del derecho a la educación; si le suspende el recreo, violenta su derecho a la recreación; si lo relega al fondo de la clase por mal comportamiento, incurre en maltrato psíquico.

Semánticamente la palabra disciplina tiene dos sentidos: Conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden y conjunto de reglas o normas cuyo cumplimiento de manera constante conducen a cierto resultado.  Tradicionalmente ambos significados han estado asociados, de modo que la enseñanza de la disciplina suponía la aplicación de medidas correctivas.

Sin cometer excesos, pensamos que el maestro, con autorización de los padres, debe tener la facultad de aplicar medidas disciplinarias, justas, oportunas y razonables.

Educar en disciplina no es enseñar a repetir de memoria reglas de comportamiento; es lograr que el estudiante las practique siempre. Es también poner una gran dosis de empatía, conquistar la amistad y entendimiento de la población escolar. Así se forman los hábitos que dan origen a la formación del carácter. De ahí el concepto universalmente aceptado: “La mejor motivación y la mejor disciplina vienen de adentro”. Es decir, la disciplina más efectiva es la autodisciplina.